Compañeras, compañeros,
Los resultados de las
recientes elecciones andaluzas reflejan una situación grave, y dibujan
un panorama alarmante de cara al futuro. Podemos decir sin lugar
a dudas que las conquistas sociales del movimiento obrero arrancadas al
poder durante largas décadas de lucha social, así como reivindicaciones
históricas y propuestas políticas de nuestra agenda transformadora,
están ahora severamente amenazadas. Han obtenido mayoría
absoluta partidos políticos nítidamente de derechas que comparten una
actitud autoritaria, una visión reaccionaria de país y un programa
económico neoliberal de recorte de servicios públicos y derechos
laborales.
Estamos ante una ola reaccionaria, que guarda
similitudes con lo que está sucediendo en el resto de Europa y también
en Latinoamérica y Estados Unidos. Pero en España las diferencias entre
Vox, Ciudadanos y PP no son tan grandes como sugieren algunos análisis. Vox
no se entendería sin los discursos más radicales y reaccionarios de
Ciudadanos y PP, de la misma forma que no se entendería sin la
pervivencia desde hace décadas del franquismo sociológico en nuestro
país.
Además, esta ola reaccionaria es expresión política de
las respuestas nacionalistas ante lo sucedido el 1 de octubre de 2017,
ejemplificadas en la sentencia “a por ellos” que acompañó el enorme
despliegue policial en Cataluña. De hecho, la agenda política de la
campaña andaluza se ha centrado precisamente en este eje, a pesar de
nuestro intento por situar en el centro la cuestión social. Aunque nuestra
atención se ha centrado en cuestiones relacionadas con la precariedad,
el desempleo, la brecha salarial o las privaciones materiales,
entre otras cuestiones, hemos sido incapaces de conseguir que nuestra
agenda tuviera prevalencia sobre la centrada en las cuestiones
nacionalistas.
Con todo, es importante no simplificar los fenómenos sociales. La ola reaccionaria se explica por diversos factores y no podemos trivializar lo que significa el fascismo.
Sin duda los vectores que más han operado son los de autoritarismo y
nacionalismo y también los de anti-inmigración y antifeminismo, pero el
perfil del votante de la derecha reaccionaria es mucho más complejo de
lo que pretende la caricatura. Los primeros datos señalan que el voto a
Vox es más alto cuanto más rico es el municipio, lo que anticipa que el
votante de extrema derecha pertenece a las clases más acomodadas.
Y al
mismo tiempo, sin embargo, el voto de la extrema derecha ha sido
especialmente fuerte en los lugares donde hay más inmigración, lo que
señala la expansión de un voto racista y xenófobo probablemente también
entre las clases populares. El riesgo de crecimiento de esta fuerza de extrema derecha es alto, como ya hemos visto en otros países europeos.
Sin embargo, la fuerza de las organizaciones reaccionarias no hubiera sido tanta sin la desmovilización de los barrios obreros. Tenemos el deber moral y político de hacer autocrítica y reconocer nuestros errores e insuficiencias.
No hemos sido capaces de mantener el voto que tuvieron nuestras
organizaciones en 2015, pero tampoco hemos sido capaces de captar el
voto de descontento respecto al PSOE de Susana Díaz que ha gobernado con
la derecha en la última legislatura. Tras casi cuarenta años de
Gobierno y una situación económica lamentable, de absoluta precariedad,
era normal que existiera un importante descontento con el PSOE. Por eso
nos propusimos en campaña atraer a esos votantes, pero no lo hemos
conseguido y una parte de los barrios obreros ha optado por la
abstención. Esto es nuestra responsabilidad y también nuestro reto para el futuro.
Una
de las tareas más urgentes que tenemos que acometer es avanzar en la
reconstrucción del tejido social en los barrios obreros, un fenómeno que
nos permita recomponer los lazos sociales que el neoliberalismo y los
recortes están destruyendo. Necesitamos recuperar la
credibilidad y la confianza para aquellas familias trabajadoras que
viven situaciones de privación y que en estas elecciones han optado por
quedarse en casa y no votar. Debemos corregir nuestros errores
reorientando nuestras prioridades hacia la reconexión con estas
realidades que, con amargura, nos han mandado un mensaje muy claro: no
se sienten representadas por nuestro proyecto. Siempre es necesaria la reflexión, pero ahora es más necesaria que nunca la acción.
Todo
ello ha ocurrido a pesar del ingente esfuerzo de nuestra militancia,
que ha hecho una magnífica campaña de respaldo a dos extraordinarios
candidatos como son Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez. El
compromiso de nuestra gente ha sido ejemplar. Por eso quiero trasladaros
mi más sincero agradecimiento, y mi compromiso de que trabajaré con la
dirección para que en las próximas convocatorias electorales ese ejemplo
sea recompensado justamente.
Como consecuencia de esta reflexión, queremos
hacer un llamamiento a una amplia alianza democrática capaz de
fortalecer el movimiento obrero y los movimientos sociales
emancipadores, especialmente el feminismo. Las feministas han
demostrado en estos años que han sido capaces de enfrentarse con éxito
al monstruo que aspira a limitar los derechos de las mujeres.
Ahora
necesitamos de todas las manos, porque el monstruo es una hidra de tres
cabezas que nos quiere dejar sin nada. Y cuando la sociedad civil es
débil, es mucho más fácil que la ola reaccionaria avance. Lo que está en juego ahora son las conquistas sociales, civiles y laborales que en un tiempo creímos consolidadas. No podemos permitir que esta ola reaccionaria destruya la democracia, por lo que es
imperioso que sindicatos de clase, movimientos sociales y
organizaciones como Izquierda Unida y Podemos trabajemos codo con codo
para revertir esta situación. En la calle, en los centros de trabajo y en las instituciones.
Seguimos
pensando que Andalucía, como España, son mayoritariamente de
izquierdas. Estamos orgullosos de nuestra tierra y de nuestro país como
espacios avanzados de defensa de los derechos civiles, sociales y
laborales. Lo que ha sucedido ha sido grave, pero tiene solución.
Si hacemos bien nuestro trabajo estaremos en condiciones de seguir
recuperando derechos y más temprano que tarde construiremos un país de
justicia social, un país republicano.
Quiero mandar un mensaje de ánimo y de esperanza. No nos rendimos. Que los descritos en esta carta sean nuestros últimos errores. Trabajaremos sin descanso por el futuro de nuestra tierra y de nuestra gente.
Salud y República,
Alberto Garzón Espinosa
Coordinadora Federal de Izquierda Unida
Coordinadora Federal de Izquierda Unida
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