
La violencia de género sigue siendo una de las señas de identidad patriarcal que aún invade nuestras estructuras y contra la que tenemos que seguir luchando; ya que tan condenable es quien la ejerce, como la sociedad que la justifica, la mantiene, la perpetua y la tolera.
La crisis no puede servir de excusa para que desde las Instituciones se recorten los recursos económicos y humanos destinados a luchar contra la violencia de género, pues la atención a las víctimas debe ser siempre una prioridad en nuestra sociedad.
¡Un mundo en IGUALDAD, un mundo SIN VIOLENCIA!
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